Solo quien ha experimentado en sus propias carnes lo que es trabajar como cerrajero puede comprender lo que eso significa. Por eso hoy vamos a observar un poco más de cerca esta labor para hacernos una idea de lo que se tiene que valorar para que si necesitamos contactar con uno de ellos sepamos de verdad el porqué algunas veces tenemos que pagar una cantidad considerable de dinero.
Servicios a cualquier hora
Un cerrajero competente es consciente de que a veces no podrá elegir el momento del día en el que se tiene que poner a trabajar, y un cliente que necesita que le abran una cerradura a horas intempestivas de la noche también debe reconocer que esto tendrá un recargo en la factura.
A la hora de buscar y elegir cerrajeros en Avilés es importante tener esto en cuenta para no llevarnos una desagradable sorpresa a la hora de recibir la factura. Es evidente que no conviene llamar a cualquiera para que nos abra una cerradura, puesto que no todo el mundo está en condiciones de hacer un trabajo de calidad y en el sector hay mucho intrusismo.
Esto hace que algunos cerrajeros traten de competir contra ellos desarrollando estrategias con el objetivo de que los clientes se den cuenta de que no se trata de hacer el trabajo de cualquier manera, sino de hacerlo de un modo profesional y que tenga las garantías suficientes una vez realizado.
¿Y qué supone esto? Pues hasta cierto grado, que un cerrajero tiene que buscar maneras de atender los trabajos y desmarcarse de la mala fama que han provocado aquellos que no solo no hacen los trabajos de un modo responsable sino que además cobran cantidades exorbitantes de dinero, mucho más de lo que puede cobrar un cerrajero profesional. Estar de guardia supone renunciar a la comodidad de estar en casa descansando y salir en cualquier momento para atender un aviso.
Actualizarse de forma continua
Además de estar siempre pendientes de avisos, todos los cerrajeros 24 horas tienen que conocer cuáles son las novedades en materia de cerraduras y seguridad para estar en condiciones de abrirlas pero no tener que destrozar las puertas. Y esto solo es posible actualizando de manera continua las herramientas y estudiando todas las nuevas cerraduras que salen al mercado.
Por esto, un cerrajero tratará de tener en su taller todo tipo de catálogos para analizar los productos de las empresas de cerrojos, cerraduras y puertas de seguridad de cualquier tipo.
También se podrán ver cerrojos desmontados con los que hacen prácticas cuando tienen algún momento libre entre trabajos, y de este modo no solo pueden estar en condiciones de abrir las cerraduras con las que se puedan encontrar, sino también de anticiparse a las posibles necesidades que tenga un cliente y avise al profesional, y si este se encuentra con una cerradura que no conoce, con toda probabilidad tardará mucho más tiempo, e incluso puede que tenga que reconocer que no está preparado para abrir esa puerta.
No obstante, esa es una señal de que se trata con un profesional, ya que un intruso hará todo lo posible por abrir la puerta y cobrar el trabajo, aunque para ello tenga que echar una puerta abajo y además de pagar por la apertura habrá que comprar una puerta nueva y contratar a un profesional de verdad, pero para instalarla.
En realidad eso es importante a la hora de valorar a un cerrajero, pues el trabajo de un profesional se tiene que pagar, y no siempre cuesta lo que a uno le gustaría. Pero a la larga contratar los servicios de un cerrajero de verdad acaba por ser más económico porque a medio o largo plazo se acabará por comprobar que el ahorro de los daños no provocados superará con creces lo que se le haya pagado al profesional.
La labor de un cerrajero se puede equiparar a la de un cirujano, salvando las distancias. Del mismo modo en el que un experto en cirugía tiene que mantenerse al día con las nuevas técnicas que se descubren y se utilizan para hacer su trabajo de un modo más eficaz y produciendo el menor daño posible.
Es evidente que los dos tipos de trabajo no tienen absolutamente nada que ver. Pero hasta cierto grado ambos son trabajos de precisión que requieren de una mano experta que sea capaz de realizar el trabajo con garantías, aunque la diferencia radica en que una puerta no sufre mientras que ponerse en las manos de alguien que no tiene formación para que le intervengan puede acabar con bastante más daño.